No hay violencias pequeñas o grandes contra las mujeres: solo hay violencia.
Nadie, ninguna persona en el planeta, elige sus condiciones de nacimiento.
Sin embargo, por razones ajenas a muchos grupos, estructuralmente sus derechos han sido vulnerados a lo largo de la historia.
El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional para la erradicación de la violencia en contra de las mujeres.
El bienestar no puede dejar a ninguna persona o colectivo atrás.
Hay violencia directa y física que es penada por la ley, pero incluso se han requerido y se requieren leyes especiales para proteger a las mujeres.
La violencia en su contra escala hasta la muerte simplemente por ser mujer, las estructuras sociales contienen violencia oculta como si de un maleficio se tratara.
Para estas prácticas semi ocultas por un velo del costumbrismo se suele usar el término microviolencias, sin embargo, no hay violencias pequeñas o grandes.
Hannah Arendt, filósofa política del siglo XX, utilizaba el término «banalidad del mal», para aquellos actos que las personas hacemos sin reflexionar, actuando dentro del sistema e incluso cumpliendo con lineamientos y órdenes, pero sin entender las consecuencias. Frases como «la niña se viste de rosa» o «los hombres no lloran», son ejemplos de estas violencias sutiles y banales que se replican día a día en nuestros hogares y escuelas… y en los lugares de trabajo.
En los centros laborales existe y está comprobada la inequidad salarial de las mujeres, los embudos que dificultan o impiden su acceso a los puestos directivos cada vez más altos y el raquítico número de mujeres directoras de empresas.
Además de tomar medidas correctivas, como las cuotas o acciones afirmativas, es necesario que conversemos y tengamos conciencia de estas violencias sutiles. Desde mi punto de vista es la única forma de terminar con el escalamiento hacia la violencia física directa.
El bienestar no puede dejar a nadie atrás. El 25N es solamente un ejemplo de las muchas necesidades de un mundo que reconozca la diversidad y la celebre.
No tenemos que ser iguales, pero nuestra dignidad es única, irrenunciable y debe ser tarea de todos y todas erradicar la violencia contra las mujeres.
Contacto:
Rosalinda Ballesteros, directora del Instituto de Ciencias del Bienestar y la Felicidad de Universidad Tecmilenio.
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Mail: bienestaryfelicidad@servicios.tecmilenio.mx
Articulo publicado en Business Insider.