Existe mucha literatura y folletos acerca de los cuidados que debemos tener toda la población para no sufrir el contagio del virus, y para reforzar estos esfuerzos es que ahora escribimos acerca de la importancia de ofrecer un tratamiento psicológico a los trabajadores, que han resultado afectados directamente, por estar infectados, o indirectamente al tener un familiar afectado
En RETA estamos trabajando con los trabajadores en un primer ciclo de 4 sesiones de terapia a distancia, en donde lo primero es trabajar con la persona afectada, el cuidado de las bases de salud física, para luego entrar al trabajo emocional, social, con las vivencias que le han tocado experimentar, y aquí vemos una variedad de situaciones diferentes, desde el punto de vista de los hechos, como desde el punto de vista de percepciones, con las emociones y reacciones que van desde una situación dramática de consecuencias graves como fallecimiento de un ser querido, cercano, a un aislamiento total por ser portador, y en cada caso, una relación de terapia, comunicación interactiva, distinta, con herramientas a trabajar con el consultante según sus capacidades de respuesta ante si mismo y ante los demás.
Nuestro enfoque es humanista, gestáltico, es decir, observamos los sistemas afectados bio-psico-sociales y muy importante, el espiritual, el de los conceptos y significados, con preguntas clave que se hace la persona, ¿por qué a mí?, ¿qué voy a hacer?, y esto aunado a las presiones económicas y responsabilidades sociales que la persona, el trabajador tiene.
Regresando a la primera sesión, nos dice la Psicóloga Rebeca Pereira: “En la primera sesión clasificamos el grado y tipo de manifestación de la ansiedad del consultante, si esta es generalizada (mucha preocupación, pensamientos catastróficos, ataques de pánico (miedo, falta de aire, mareo, pérdida de sentido de la realidad, mucho miedo, sensación de que algo inminente y catastrófico va a ocurrir), también un desorden obsesivo-compulsivo (conductas repetitivas exageradas y la exigencia a los demás de que tengan estas conductas con lo que se generan conflictos). Obsesión de pensar que se está contaminado, que se va a morir. O bien el estrés post-traumático por acontecimiento de decesos cercanos”
“El lograr en las sesiones, que la persona se active, que haga cosas en su cuarentena, desde regar las plantas, leer, ver películas, leer, dibujar, jugar, escuchar música, cocinar, es decir todas las actividades a las que en la vida normal, cotidiana, quisiéramos tener el tiempo para poder hacer en casa, y que ahora, se presentan como alternativas, libres de decisión, y claro, evitar al máximo la depresión, es estar junto a las noticias y centrarse en los hechos trágicos, o comer o beber en exceso, y generar o profundizar una adicción, que pueda ocasionar el deterioro bio-psico-social-espiritual, que no se tenía, y ya el virus pasa a ser secundario y de todas formas riesgoso.”
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La última fase de terapia, es la del trabajo con la esfera espiritual, la de los significados, la de la ayuda a los demás, de ser útil, creativo, tener iniciativas de comunicación, de apoyo y ayuda a seres queridos. Una persona afectada que ayuda y da soporte a otros, también se está auto-tratando.
Este artículo trata entonces de la importancia de recibir ayuda profesional, y así como damos importancia a la salud física, también incluir la mental-emocional, social, espiritual.
Dice Rebeca Pereira: “Se trata en síntesis de lograr que el trabajador, la persona afectada, se rediseñe a sí mismo, de modo existencial, ver una oportunidad de cambio, desde el propio poder y espacio de influencia, ¿quién sería yo si no tuviera estos pensamientos negativos?, o ¿quién soy yo con pensamientos distintos, positivos dentro de la crisis?”.