Cuando uno de los hijos de una familia tiene necesidades especiales de crianza, modifica las dinámica de vida de cualquier núcleo familiar, para hacerse más resiliente.
A veces hay una enfermedad, una condición de vida o una discapacidad que exige mayor atención de toda la familia, aumenta el gasto en medicinas, tratamientos y consultas para enfrentar terapias y la mirada de la sociedad.
Cada vez vemos con mayor claridad a estos grupos sociales, históricamente desatendidos. Pero no existen las estructuras de salud, de educación o de cuidado públicas necesarias; así, cuando existe algo, es insuficiente.
Para las familias no solamente implica más tiempo y dinero, sino un involucramiento total si se quiere encontrar la mejor y más positiva de las salidas, la crianza resiliente. A todos debería interesarnos que haya inclusión.
Una persona pudo haber adquirido su discapacidad como una condición desde el nacimiento o en el tiempo, por una enfermedad, tan fortuita como un síndrome post-Covid, o un accidente.
Aceptar la situación y buscar alternativas para que la vida resulte plena se vuelve crucial, pues hay que tratar de guardar el equilibrio entre el cuidado de la persona con necesidades especiales y las necesidades del resto familiar, que tiene metas y sueños personales que pueden verse retados.
Cuando hablo de una crianza resiliente puede pensarse que buscamos generar en los hijos una capacidad de enfrentar las adversidades. Sin embargo, también me refiero a aumentar la capacidad de toda la familia, principalmente de los padres, para superar la sobrecarga de trabajo y atención mental que demanda una persona con discapacidad.
Dotar de herramientas a nuestros hijo o hija para enfrentar su discapacidad y generar en los hermanos el amor y solidaridad hacia él o ella, son sólo algunos de los retos de la crianza resiliente.
Un primer paso es pedir ayuda. De acuerdo con tus posibilidades debes buscar los médicos, psicólogos y especialistas que pueden asesorarte o atenderte en todo momento. Se trata de una red de apoyo en el que tú y tu familia se pueden sentir abrigados.
Es importante que incluya profesionales de la salud, pero otras personas que pasan por la misma situación pueden resultar igual y hasta más útiles pues tienen experiencias y conocimientos que te pueden ser de gran ayuda.
El trabajo en familia es otro gran paso. No sólo es una responsabilidad de los padres o, lo que es peor, de la madre.
Un plan conjunto es fundamental. Todos los miembros deben, no sólo aceptar a la persona con condiciones especiales, sino saber hacer una defensa de su situación frente a las circunstancias adversas que se presenten y demostrar su cariño.
Una familia fortalecida en torno a una discapacidad permite grandes avances, incluso se llega a superar.
Todos deben cuidar su salud física y mental, pero hay que tener especial atención con el cuidador principal, que por los roles que aún subsisten en nuestra sociedad solemos ser las mujeres.
Sea quien sea, el resto familiar debe poner atención en que el cuidador reciba ayuda. Hay que vigilar que coma a sus horas y de forma sana; ayudarlo a dormir lo suficiente y procurarle actividades que le permitan deshacerse del estrés que causan este tipo de condiciones.
La resiliencia en crianza es muy importante. Ayuda a mantener el optimismo y la esperanza da alegría y energía para perseguir nuestros propósitos de vida que por lo regular crecen porque descubrimos que nuestras capacidades humanas son mayores a las que soñamos.
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Rosalinda Ballesteros, directora del Instituto de Ciencias del Bienestar y la Felicidad de Universidad Tecmilenio.*
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Artículo publicado en Business Insider