Hay quienes piensan que el trabajo que desempeñan los TSP es fácil, que no es importante, que cualquiera lo puede hacer y que no se necesita de mucho para ser uno de ellos. A veces, las personas se molestan porque no pueden romper las reglas o hacer excepciones, aun cuando sea por brindarles una atención e, incluso, se cree que no son capaces de cambiar sus decisiones para favorecernos.
Sin embargo, eso es lo que hace grande a un TSP: la rectitud por llevar las consignas al pie de la letra, la manera en que hacen que se cumplan los protocolos, la firmeza con la que protege el espacio del que está a cargo y la seriedad con que cuida su lugar de trabajo, siendo esto un reflejo de lo que son con sus familias, pero, sobre todo, la amabilidad con que hace saber una indicación o la forma en que da los buenos días, convirtiéndose en un factor de cambio. Alguien que te recibe con alegría, con un saludo cálido y sincero, y dejando clara la confianza de saber que hay al frente una persona que vela por ti, por nosotros, que maneja y actúa en situaciones complicadas de las mismas personas que requieren de su invaluable servicio.
Se necesita de mucho valor para ser inamovible y no romper las reglas… Son concretos en su trabajo. Amables, pero firmes con su deber.
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