¿Por qué cuando vivimos crisis o situaciones traumáticas como ésta que estamos viviendo “nos desordenamos” o “nos desbordamos”? Esta pandemia, a diferencia de otros fenómenos traumáticos, la denominaremos “disrupción”. Le asignaremos este término ya que involucra “multicrisis, multipérdidas, y una prolongada cuarentena”.
EEstos tres poderosos factores son inmensamente disruptivos. Crisis personales, familiares, laborales, emocionales, pérdidas de cosas que “ya no pudieron realizarse” y que tal vez “ya nunca se realizarán”; y todo ello acrecentado por una gran incertidumbre que nos lleva a cuestionarnos cómo y cuándo terminará todo esto… Cuando nos sentimos fuera de control, tratamos de encontrar las herramientas internas para buscar la solución. A lo largo de nuestra vida nos vamos enfrentando a situaciones estresantes, pero cuando los recursos que tenemos no nos están sirviendo para lidiar con lo que estamos viviendo es donde se instala el miedo, el pánico; y esto ocasiona una reacción aguda de estrés, lo que fácilmente puede convertirse después en estrés postraumático. Surgen entonces múltiples tipos de angustias a las que no sabemos siquiera cómo denominarlas, y una gran dificultad de metabolizar y digerir lo que estamos viviendo, ya que no es estable y cambia día con día. Ante una epidemia o una pandemia, experimentamos situaciones que fluctúan entre lo mejor y lo peor de un ser humano: “el cielo y el infierno”. Pero a pesar de que sean estas situaciones las que generan las crisis y las grietas de nuestra vida, indudablemente son también las que pueden traer un atisbo de regeneración y de Luz.
Es entonces cuando podemos convertirlas en oportunidad de crecimiento. Las crisis son oportunidades camufladas, son las que nos permitirán evaluar cómo estamos con nosotros mismos, qué tipo de valores en verdad usamos; no cuáles tenemos, sino cuáles usamos. Si logramos reflexionar sobre esto seguramente tendremos la sensación de habernos vuelto más humanos. Hoy, todos estamos aprendiendo sobre la marcha, nos estamos “reinventando y redescubriendo”; seamos por consiguiente amables y generosos con nosotros mismos, emprendamos un buen liderazgo como padres de familia, y en nuestros puestos laborales sepamos ayudar y transmitir paz y asertividad. Para ello es interesante preguntarnos: ¿cuáles son los procesos o situaciones que más envuelven al ser humano en estos momentos y por qué?
“Cuando ya no podemos cambiar la situación, nuestro reto es cambiarnos a nosotros mismos”. Victor Frankl.
Los 7 factores de crecimiento o limitación personal
- Mito del tiempo: hoy es como si estuviésemos atrapados en el tiempo… pero la contradicción es que tenemos “mucho tiempo”. Este gran tema atrapa al ser humano y es el que nos hace llegar a la siguiente conclusión: cuando vivíamos en la rutina acelerados y sin importar lo que hiciéramos, queríamos más tiempo; ahora que tenemos tiempo, ¿hemos tenido la sabiduría de utilizarlo para crecer y adherir cosas nuevas a nuestra vida? “El pasado ha dejado de existir, el futuro todavía no existe, y el presente tiene una presencia tan huidiza que cuando pienso en él ya pasó”.
- Proyecto de vida: ¿es vigente?: las crisis son el momento adecuado para actualizar nuestro proyecto de vida personal, laboral, familiar; cuestionar nuestras pasiones y no olvidarnos de adherir los nuevos hábitos, recursos, aprendizajes y reflexiones que adquirimos en estos meses. La felicidad depende de lo ordinario, no de lo extraordinario; por consiguiente es hoy cuando tenemos que exotizar lo cotidiano, disfrutar del día a día y crear, construir y anticiparnos a cuál queremos que sea nuestro futuro. Logremos pensar en algo que nos dé sentido, “porque una vida sin sentido no vale la pena vivirla”. Preguntémonos: ¿cómo conservar la mejor versión de quien descubrimos que queremos ser, sin morir en el intento?
- Regulemos nuestras emociones: nadie nos enseña a gestionar nuestras emociones, por ello tenemos tanta dificultad para expresarlas que en ocasiones las reprimimos y en otras las expresamos sin control alguno. Éste es un período útil para aprender la autorregulación emocional, es decir, la capacidad para modular la intensidad, frecuencia y duración de nuestras conductas y emociones en distintos ambientes. Durante un evento traumático nos enfrentamos a miedos y emociones que jamás imaginamos, lo incierto nos cuesta, no estamos preparados para ello. Dos preguntas son evidentes después de una crisis o evento traumático: ¿podré sobrevivir a esto que me está pasando?, ¿cómo va a cambiar mi vida a partir de este momento?
- Redireccionar creencias: ¿impuestas o elegidas?: nuestras creencias son responsables de cómo construimos nuestra realidad, de cómo podemos cambiar nuestro estilo de vida; también podemos cuestionar creencias y pensamientos. Las crisis son tierra fértil para hacerlo, ya que en esta posibilidad de reinventarnos, también debemos evaluar si sigue vigente todo aquello en lo que creemos, ya que parte de nuestras creencias vienen de transmisiones multigeneracionales que repetimos tanto por aprendizaje como por lealtad. Por ello, ahora también son tiempos para dejar atrás un montón de mitos, creencias, miedos e ideas preconcebidas, que nos atan o paralizan a historias o situaciones viejas que hoy han dejado de tener sentido. Einstein decía: “El ser humano hace más de lo mismo buscando resultados diferentes”. Disciplinemos nuestra mente, lo que nos decimos origina lo que pensamos y lo que sentimos. Disciplinemos nuestras emociones y nuestros discursos internos.
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Construcción de nuestra realidad: discursos internos y creencias: la identidad es dinámica y no fija, como se creía; tenemos más de una identidad, pero si no cuestionamos nuestras acciones, patrones, creencias e identidades, nos quedaremos estáticos y correremos el riesgo de quedarnos atrapados y de que nuestro pasado se convierta en nuestro futuro. Por lo tanto “no somos”, sino que “nos convertimos” y “nos transformamos continuamente”. ¿Cómo es que el pasado se convierte en nuestro futuro? ¿Cómo preparar la mente para un nuevo futuro? “Donde ponemos nuestra atención ponemos nuestra energía”. Si seguimos evocando los mismos recuerdos, las mismas composiciones químicas, nuestro cerebro no diferencia entre pasado, futuro y presente. Depende de la forma en que nos contamos o narramos lo que vivimos para construir así nuestra realidad.
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Diferencia entre resistir y résilier: la resiliencia es la capacidad que tenemos de recuperarnos de una adversidad más fortalecidos y dueños de mayores recursos. “En medio del invierno aprendí finalmente que había en mí un verano invencible” (Albert Camus). Los seres humanos tenemos esa capacidad. Algunos la desarrollamos más que otros, pero el punto central de la resiliencia es poder utilizar esos recursos para regresar a un estado de homeóstasis, funcionamiento o equilibrio. Que nuestra mente pueda volver a pensar cosas lógicas y racionales, y que esa mente nos lleve a un estado en el que nuestra toma de decisiones sea benéfica, lógica, coherente, y no que el pánico nos secuestre y nos obligue a tomar malas decisiones. “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”. La resiliencia implica algo más que sobrevivir a una experiencia horrible, implica algo más que atravesarla o evadirla. La persona resiliente cura y cicatriza sus heridas, ama, se hacen cargo de su vida y desarrolla una existencia plena.
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Libertad interior, ¿qué es ser libre?: hoy estamos viviendo una privación de nuestra libertad, debemos quedarnos en casa, por nuestra salud y la de nuestros semejantes; un acto de solidaridad, pero nuestra “libertad interior” permanece intacta, nada ni nadie puede secuestrarla. Citando a Victor Frankl: “Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino”.
“La vida no es lo que uno vive, es lo que recuerdas y cómo lo recuerdas para contarla”. Gabriel García Márquez.
¿Cómo vamos a salir más fortalecidos? “No es lo que nos pasa sino lo que hacemos con lo que nos pasa”… porque recuerda que: el procesar, acomodar y resignificar la experiencia traumática sí es responsabilidad de quien la vive, y para sanar, saber no es suficiente, debemos aplicar. Desear no es suficiente, debemos actuar.
SHULAMIT GRABER
Psicóloga clínica y terapeuta de pareja y familiar con más de 38 años de experiencia. Ha impartido diversos talleres y conferencias entre los que destacan: Cómo vivir en pareja y no naufragar en el intento, Madres afectivas y efectivas, Atrévete a cambiar, del Sufrimiento al Crecimiento: ¿cómo convertir una crisis o un trauma en una oportunidad de crecimiento? Autora de libros como: Agonía en la incertidumbre y Del Sufrimiento al Crecimiento. Comprometida con la idea de que las personas pueden resignificar sus vivencias, tiene la firme convicción de que “no es lo que te pasa en la vida lo que te define, sino lo que haces con lo que te pasa”.