Un gran número de las organizaciones ya no logra conectar con sus colaboradores.
Es un síntoma de nuestros tiempos. Los trabajadores pueden tener grandes habilidades, incluso ser responsables y cumplir con las demandas de su empresa, aunque no compartan (ni se lo cuestionen) metas, objetivos ni propósitos.
La pandemia, las guerras, el capitalismo voraz, la avaricia de empresarios y la falta de amor al prójimo son parte de esta causa. El mundo se ha vuelto frágil, incomprensible, y los ambientes de trabajo siguen siendo tan estresantes que generan un enorme sentimiento de fracaso profesional y hasta vital.
En particular, muchas organizaciones no se han preocupado sistemáticamente por el bienestar de sus colaboradores.
La otra cara de la moneda son aquellas organizaciones en las que sus líderes y colaboradores se identifican con sus propósitos, no sólo se alcanzan metas de producción y ventas, sino que los beneficios económicos y humanos son extraordinarios.
El propósito y el bienestar
La ciencia del bienestar integral entiende el propósito de vida como aquello grandioso o hasta trascendental con que la persona se siente conectada y por lo que no sólo está dispuesta a trabajar y consagrar su vida en ello, sino que además lo hará con gusto. Puede ser la familia, la naturaleza, la justicia social, la infancia, dios, el universo, etcétera.
Aclarar el propósito de vida es una palanca poderosa para la autoelevación y rendimiento óptimo, asegura Robert Quinn, investigador sobre el tema y profesor emérito de la Margaret Elliot Tracy Collegiate de la Universidad de Michigan y la Escuela de Negocios Ross.
Quinn participará el 17 de octubre en el Wellbeing 360 del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral de la Universidad Tecmilenio en la que dará una charla precisamente sobre el poder del propósito y cómo usarlo para convertir toda situación en positiva.
Hay que decir que las organizaciones también tienen este tipo de propósitos (y si no lo tienen claro, urge que lo identifiquen); si sus colaboradores convergen en el mismo sentido, la inercia se vuelve fenomenal.
El siglo pasado Apple se puso como meta que cada persona del planeta tuviera una computadora, como Ford un auto para cada estadounidense. Ninguna de estas compañías lo logró al 100%, pero con su discurso alcanzaron un gran compromiso por parte de sus trabajadores, proveedores, clientes y gobiernos, y contribuyeron a abaratar y masificar el uso de ambos productos.
Toda organización, por grande o pequeña que sea, debe tener un propósito claro, los ejemplos pueden ir desde organizar la información global y hacerla accesible, como podría proponerse Google, hasta acercar al paladar de quien lo necesite un sabroso y nutritivo sope, como lo haría la fonda de la esquina.
¿Cómo lograrlo?
Evidentemente, un doctor buscará trabajar en un hospital o una clínica, un abogado en una gran firma, y así, incluso las personas que formalmente no tienen una profesión u oficio, acuden a emplearse o emprenden de acuerdo a sus preferencias, fortalezas o habilidades.
Sin embargo, muchas veces no se tiene claro el propósito de la organización y si se le suma un mal ambiente laboral, todo se vuelve un desastre humano.
Kim Cameron, el gurú de las organizaciones positivas, argumenta que gran parte de la responsabilidad de involucrar al colaborador con el propósito de la empresa es de los líderes. Su tarea es mostrarle el motivo por el cual con su trabajo contribuye a construir un mundo mejor.
¿Qué empleado se puede sentir orgulloso si su empleador lava dinero, contamina, infla precios o hace trampa en las licitaciones? Pero si con nuestro trabajo le llevamos el mejor producto o servicio al precio más competitivo del mercado, estamos haciendo una gran misión.
Cameron dice que el líder debe ayudar a las personas a identificar cómo su trabajo impacta positivamente en los demás.
A veces no es tan fácil de relacionar, pero hay que tener claro el objetivo de cada puesto y conectarlo con el propósito de vida de cada uno.
Un contador puede no tener una relación directa con la misión de una agencia de viajes de aventura, pero él debe tener claro que la solvencia financiera que brinda con su labor es vital para que los clientes y colaboradores se muevan con seguridad en la selva.
También, si el líder hace ver al colaborador los beneficios a futuro de sus tareas, su compromiso puede ser mayor.
Pero en efecto, si la organización no comunica con claridad su misión y visión a sus líderes y estos no lo saben traducir para cada área o equipo de trabajo, no se va a lograr que los colaboradores se reconecten con el trabajo.
Wellbeing 360
Una forma de conocer más de estos temas lo tendrás entre el 17 y 20 de octubre próximos en el Wellbeing 360 del Instituto de Ciencias del Bienestar Integral, un evento que se transmitirá de manera virtual, con sesiones presenciales en la Ciudad de México y Monterrey.
Particularmente, el lunes 17 el día está dedicado a organizaciones positivas, además de participar Robert Quinn, Raj Raghunathan, Marisa Salanova, habrá dos paneles relacionados con este tema: “Lo que los colaboradores quieren: reconectar con su trabajo”, encabezado por la directora del Instituto, Rosalinda Ballesteros, y los especialistas Mauricio Reynoso, Ivonne Vargas, Andrea Deydén, Emma Sifuentes e Iván Guerrero; así como “Reconfiguración laboral”, en el que participan Andrea Dueñas, Mauricio Magaña, Ana Paula Nacif y Lilia Cortés.
El evento será gratis y puedes obtener información en https://wellbeing360.mx/.
Colaboradores y organizaciones no pueden estar desconectados cuando se quiere cuidar a las personas y obtener grandes resultados.