En el mundo entero, 2021 será recordado como un año parteaguas en muchos sentidos.
Tras un encierro voluntario o impuesto que habrá durado más de un año e implicado una toma de conciencia colectiva en cuanto a la dinámica social, económica y laboral que se buscará establecer para las siguientes generaciones, esta pausa habrá permitido una introspección profunda y partir de cero en la concepción de cómo se produce valoren muchos sectores y actividades económicas.
En inglés se usa la expresión silver lining para referirse al borde brillante que rodea las nubes grises, cuya belleza acaba opacando lo desolador del cielo lluvioso, analogía de la esperanza o aspecto positivo y enriquecedor que es posible encontrar en cualquier situación negativa.
La tragedia sanitaria del Covid-19, con su costo en vidas humanas y desplome económico, tendrá de igual modo aspectos rescatables en cuanto a la huella que perdurará en cambios de lógicas y conductas, tanto a nivel personal, como empresarial e incluso cultural.
Para el último trimestre de este año, muchos sectores se habrán reactivado casi por completo, pero pocos recuperarán las mismas condiciones que tuvieron en 2019.
En muchos casos, el trabajo en casa perdurará, lo cual será considerado como benéfico tanto para las empresas que se ahorran el costo de contar con oficinas activas sin forzosamente sacrificar productividad, como para los colaboradores que se mantienen más cercanos a sus familias e invertirán menos tiempo y recursos en trayectos, vestimenta o alimentos en la calle.
Las reuniones presenciales de trabajo difícilmente volverán a ser tan frecuentes como antes, con ventajas tanto en administración de la jornada laboral como ambientales.
Los eventos masivos se llevarán a cabo bajo nuevas reglas, con menos aglomeraciones y mayor respeto al espacio personal. Al interior de las familias, la dinámica también se habrá transformado, con ajustes en horarios, actividades y, en particular, en el involucramiento de cada miembro en tareas que antes no atendían o incluso ignoraban.
El consumo también habrá evolucionado; menos impulsivo, más razonado y moderado, orientado a las compras en línea con entrega a domicilio.
Finalmente, el cuidado de la salud propia y ajena se convirtió en un tema central en las conversaciones y decisiones de vida, incluso en aquéllos que solían tratar su cuerpo con mucha negligencia.
Muchas inercias de toda índole se rompieron durante 2020 para dar espacio a la formación de nuevos hábitos en 2021. Se suele decir
que el primer paso no te lleva a donde quieres ir, pero te saca de donde estás. Tanto individuos como organizaciones están frente a una oportunidad única de reinventarse puesto que el primer paso se dio solo.
Del algún modo, los principales obstáculos para conseguir cambios sustantivos se redujeron en este nuevo contexto: hubo una ruptura súbita e involuntaria con el modelo anterior, el entorno que prevalecía se esfumó para dar lugar a la creatividad; sin mucho margen de titubeos y resistencia al cambio, todos fuimos requeridos a adaptarnos de forma ágil, aunado a la posibilidad de continuar haciendo ajustes en el mediano plazo.
En aras de mantener la moral colectiva en alto, al interior de cada empresa se echó a andar un proceso permanente de monitoreo de la calidad de vida de las personas, su equilibrio emocional, el balance entre la vida familiar y la laboral, la organización de su tiempo entre actividades productivas, recreativas y de desarrollo. De forma paralela a los indicadores de desempeño, se. dio una toma de conciencia sobre la importancia de la salud mental, tan relevante como la salud física.
El estado anímico de cada persona comenzó a ser observado con detenimiento y responsabilidad. Si bien del lado de la organización se requiere continuar con el análisis de la pertinencia de las tareas encomendadas a cada colaborador y en qué medida éstas representan un estímulo o una frustración con respecto a sus propias expectativas de desarrollo profesional; del lado del colaborador hay un reto individual relacionado con su motivación y el sentido que le encuentre a las funciones que le son asignadas.
El autocuestionamiento y la autogobernanza cobran la máxima importancia en el diálogo interior de cada persona, tanto para fijarse metas ambiciosas como para trazar un plan viable para irlas alcanzando.
Este último constituye el reto crucial tanto de la persona como de la empresa: ¿en qué medida cada individuo tendrá la capacidad de aprovechar este efecto “hoja en blanco” para darle un mayor significado a sus funciones, de manera que se empaten con sus aspiraciones y anhelos? Y ¿hasta qué punto la empresa sabrá fomentar este impulso de cambio en quienes forman parte de ella?
En Grupo IPS estamos conscientes de que dedicarse a la seguridad implica lidiar con condiciones adversas. Más aún en un país donde este sector ha sido históricamente vinculado a la corrupción, los abusos y la escasa preparación. Revertir este sentir requiere un esfuerzo amplificado en el sentido opuesto: se espera que todo colaborador actúe, bajo cualquier circunstancia, con integridad plena, respeto y profesionalismo.
Cuando estas virtudes se ejercen de forma ardua, quien lo observa se siente inspirado y busca adoptar este modelo como parte de su actitud dentro y fuera del trabajo. Se convierte en un propósito de vida, tan importante como un sueldo justo o un horario laboral conveniente.
Cuando en cada interacción se percibe una combinación de firmeza, confiabilidad y congruencia, en automático se busca incrementar el nivel de responsabilidad de quien a leguas se percibe sabrá asumirlas con rectitud. Esto es básico en el sector de la seguridad privada donde por mucho tiempo se ha observado un círculo vicioso de desmotivación, inestabilidad y deterioro de la función.
Es imperativo romper con el modelo donde los elementos hacen un mero acto de presencia y registro básico de accesos u operaciones.
Quien resguarda la vida, libertad e integridad de la comunidad debe estar en posición de tomar decisiones de mayor alcance, de aplicar criterios complejos e incluso de coordinar la respuesta ante eventos críticos.
El camino para empoderar a nuestros Técnicos en Seguridad Patrimonial empieza cuestionando todos los factores que hasta ahora han limitado el alcance de su labor y culmina con el compromiso de la organización en quitar trabas a su cargo como garante de una dinámica armoniosa entre la espontaneidad de las personas y la aplicación rigurosa de los procesos establecidos.
Jorge Uribe Maza
Director Comercial Grupo IPS de México Licenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana; Maestro en Economía, Relaciones Internacionales y Dirección de Empresas; Doctor en Política Económica, es experto en seguridad, análisis jurídico-financiero y cambio organizacional.