Si dejamos que las empresas se contagien de esta absurda visión de la realidad donde la Discordia sustituye a la necesaria Concordia, entonces sí estaremos perdidos.

Concordia es una palabra cuyo significado, según la RAE, es: “Conformidad, unión”, o bien, “De común acuerdo y consentimiento”.

Es decir, que no es el resultado de pensar todos igual sino un consenso sobre las bases fundamentales de la convivencia… Y lo estamos perdiendo.

Ortega nos dice que “cuando se rompe la Concordia las pasiones quedan sueltas”. Y, como bien sabemos los que nos dedicamos al estudio de la Gestión de Conflictos, eso nos lleva a la destrucción de los más elementales principios de convivencia; o sea, sobre aquello que nos permite alcanzar “Acuerdos” para recorrer el camino del progreso dentro de un escenario de sensatez y diálogo para, finalmente, conseguir los consensos que permitan generar mayor riqueza para todos.

En mi opinión, vivimos lo que se podría llamar un mesianismo laico, una especie de fanatismo que impregna a nuestra sociedad y en donde la ideología se convierte en una “religión fanática” que, como no puede ser de otra forma, nos lleva por un camino que no augura, en ningún caso, un final feliz; no tenemos más que repasar la historia.

Sin embargo, esto no ocurre sólo a nivel macro; es decir, a nivel país, sino que el mundo empresarial y su constante y necesaria transformación para adecuarse a los múltiples y rapidísimos cambios tiene el peligro de caer en la misma trampa.

La razón es muy sencilla: nadie, por muy inteligente, preparado y asesorado que esté, puede tener la certeza sobre cuál es el verdadero camino a seguir. La incertidumbre sobre el futuro inmediato es un elemento desestabilizador del management y convierte, a menudo, nuestros planes en meras conjeturas.

Todo ello nos lleva, en el mundo empresarial, a tener la sensación de que la única solución es estar convencidos de que llegará el siguiente “tsunami” y que deberemos enfrentarnos a él con “uñas y dientes”.

El problema es que, en esta situación, “las uñas y los dientes” nos sirven para poco; no es un problema de fuerza, ni siquiera de actitud (tomada como la nave salvadora), es un problema que se resolverá si somos capaces de entender que la única ventaja competitiva sostenible reside en el talento de las personas que conforman nuestra organización.

Quizá, llegado este punto, ustedes piensen que eso ya lo sabemos hace tiempo y, sólo en parte, es verdad (aunque a muchas empresas les quede mucho por recorrer en este ámbito). A lo que nos enfrentamos no requiere únicamente de tener buen talento en nuestras empresas, ni siquiera de tener al mejor talento. Dicho de otra forma, el error consiste en considerar que si recluto a los mejores tendré las soluciones adecuadas: ¡craso error!

Si regresamos al principio de este artículo, mucho de lo allí indicado puede aplicarse a la situación a la que pueden enfrentarse las empresas. Los cambios implican, casi siempre, la toma de posturas “ideológicas” que son defendidas por las diversas partes que deben afrontar la situación, produciendo enfrentamientos que suelen derivar en posturas más irracionales (emocionales) que racionales si no se pone remedio.

Esto, producirá “choques” entre los talentos disponibles que nos harán perder eficacia y productividad, pues se dedicarán más a buscar quién tiene la razón que a trabajar juntos para salir adelante. Por eso, la solución no está, ¡solamente!, en tener mucho talento, sino que ese talento sea capaz de colaborar para producir las innovaciones necesarias. Dicho de otra forma, necesitamos incrementar nuestra Inteligencia Colectiva y ésta sólo surgirá si los necesarios conflictos, derivados de los diferentes enfoques, son tomados como una fuente de reflexión, debate y nuevo pensamiento y no como una forma de imponer aquello que las diferentes “facciones” considera la verdad, intentando, al mismo tiempo, deshacerse del “enemigo” interno.

La Concordia que necesitamos en las empresas debe de estar basada en aprovechar las diferencias internas a través de marcar caminos de reflexión conjuntos que nos demuestren que la suma de los talentos disponibles nos hace más poderosos y que, en definitiva, el futuro será más positivo si nos unimos que si nos separamos.

Nadie es nada por sí mismo, todos dependemos de los demás y cuanto más conscientes seamos de que nuestro futuro depende de los demás, mejor futuro construiremos para nosotros mismos.

Sin embargo, no lo dejemos todo a un tema de actitud personal; así no funcionará.

Debemos crear una Cultura del Acuerdo que permita involucrar a todos y prescindir de aquéllos cuyo “mesianismo” nos impida avanzar. Por eso, es totalmente necesario formar a nuestra gente en la Gestión de Conflictos y la Negociación, ya que estas herramientas serán básicas para conseguirlo.

Por todo ello, la sociedad civil, es decir, todos nosotros, y en especial el mundo empresarial, tenemos la obligación de estar por encima de aquéllos que quieren imponernos el fanatismo (léase populismo) como manera de diseñar nuestro futuro. Somos nosotros los que, con esfuerzo, sacrificio, sentido común y una racionalidad que no admite los extremos sino el equilibrio, tenemos la obligación de trasladar cada día a los que nos rodean —trabajo, familia y amigos— la necesidad de recobrar la sensatez y retornar a planteamientos donde los extremismos sean denostados desde la ley, el conocimiento y el r espeto.

La empresa, ese ente social de incalculable valor para conseguir el progreso, debe servir de ejemplo y demostrar, a través de una gestión escrupulosa con el cumplimiento de la ley, el respeto al ser humano y su talento y la creación de empleo (la forma más válida para crear riqueza), que no sólo es posible, sino el único camino válido para dibujar un futuro mejor.

Si dejamos que las empresas se contagien de esta absurda visión de la realidad donde la Discordia sustituye a la necesaria Concordia, entonces sí estaremos perdidos.

 

Juan Mateo

Director del Instituto Superior de Negociación Universidad Francisco de Vitoria Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales (CEU-UCM), empresario y Main Speaker de reconocidos Foros internacionales. Es director de la cátedra “Instituto Superior de Negociación” UFV y fue codirector del curso “Técnicas de Negociación” en el RCC de la Universidad de Harvard.
Presidente y CEO de EyeKnow Films, y Presidente de “Gestión del Acuerdo SXXI”. Autor de ocho libros, ha impartido seminarios, conferencias y cursos en más de 15 países.

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