Ser compasivo contigo, tomar cierta distancia de ti mismo, te puede permitir crecer más rápido y sin la ansiedad que tanto estrés nos genera.

Seamos sinceros, a la gran mayoría nos caracteriza la crueldad con la que nos hablamos. No hay amigo más exigente y claridoso que nosotros mismos.

Por eso, cuando buscamos un apoyo moral, que nos reconforte y nos impulse, recurrimos a una amistad. Hasta la escogemos: “no, fulana o zutano, hoy, no”. Pero a veces están lejos o no lo podemos compartir. Por eso resulta indispensable aprender hablarnos con cariño, con autocompasión.

Autoestima a la baja

Durante los últimos 30 años, la psicología y los terapeutas trabajaron con gran énfasis en la autoestima: el valor que nos damos como personas. Regularmente esta idea lleva a compararnos. ¿qué característica especial tengo, soy bella, puedo hacer algo bien?

Las personas que tienen baja autoestima se valoran poco siempre en comparacióncon las demás.

Los estudios muestran que cuando elevamos la autoestima de alguien se va a sentir mejor sobre sí misma, va a obtener mejores resultados y aumentará su confianza. Los académicos se podían sentir orgullosos de su trabajo.

Sin embargo, al tiempo se ha descubierto que la autoestima incrementa la conversación interna con nosotros mismos, que continuamente nos estamos evaluando y para muchas personas se convierte en un examen constante donde sólo hay dos calificaciones: excelente o reprobado. Soy ganadora o perdedora.

Es un ejercicio que puede generar mucha ansiedad.

Ansiedad vs. aprendizaje

A un grupo de universitarios –previamente calificados en materia de autoestima y compasión–, se les puso la tarea de autopresentarse en un video con determinadas características muy precisas para ser evaluados por expertos en imagen. Al azar, a una parte se le retroalimentó de manera positiva y a la otra, negativamente, sin importar si su video estaba bien o mal.

El ejercicio arrojó que si bien las personas con alta autoestima no se intimidaron ante las opiniones de los consultores, sí sufrieron los mismos grados de ansiedad que quienes estaban calificados como personas de baja autoestima.

Quien tenía alta autoestima rechazaba la retroalimentación, buscaba confirmar su creencia que él era mejor, pero dificultaba su aprendizaje.

En cambio, las personas con alta autocompasión –independientemente de su nivel de autoestima– no les generaba ansiedad recibir las críticas de los expertos; ellos aceptaban que “ellos no le podían gustar a todos”, pero consideraban “llevarse los consejos para ver cómo los aprovechaban”.

Experimentos similares se han hecho con deportistas y músicos profesionales, con los mismos resultados.

La compasión es la mejor forma de gestionar la imagen que tenemos de nosotros mismos y de esa forma aprender a resolver aquellas cosas que más trabajo nos cuestan.

¿Cómo logro la autocompasión?

Una de las formas más sencillas para practicar la autocompasividad es escribirte una carta.

  1. Escoge un asunto que te haga sentir mal o una tarea que te resulta complicada y no estás seguro cómo hacerla.
  2. Ahora, imagínate que eres ese amigo o amiga, la persona más cariñosa y positiva que conoces, que ve tus fortalezas y debilidades.

  3. Desde su perspectiva, escribe una carta de cómo puedes resolver el problema. Paso a paso pon lo que te recomendaría desde la forma más compasiva en que él suele hablarte. Usa esas palabras que te harían sentir mejor, apoyado.

  4. Guarda la carta un tiempo prudente y cuando regreses a leerla deja que los sabios consejos y dulces frases –que sólo tu buen amigo te puede ofrecer– te reconforten. Siente su compasión.

Seguramente vas a pensar distinto de tus propias habilidades y problemas tras esta lectura.

Puntos de atención

Que seas autocompasivo no necesariamente tiene que ver con bajar los niveles de exigencia. Con la autocompasión crecemos, pero siendo amable con nosotros mismos, sin generar ansiedad. Es una manera más amable de crear capacidades: una retroalimentación cálida, pero exigente.

Es un estilo demandante y solidario, vamos a pedirnos resultados, pero de manera solidaria.

Recuerda: somos lo que somos, tenemos lo que tenemos, y jugamos, trabajamos o competimos, con lo que tenemos. ¿no?


Contacto:

Rosalinda Ballesteros, directora del Instituto de Ciencias del Bienestar y la Felicidad de Universidad Tecmilenio.*

Facebook: @icfelicidad

Linkedln: @icfelicidad

Twitter:_wellbeing360

Mail: bienestaryfelicidad@servicios.tecmilenio.mx

Artículo publicado en Forbes

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